viernes, 14 de junio de 2013

Alaska I, la Denali Hwy ...

(Anchorage, Wasilla, Trapper Creek, Cantwell, Paxson, Chistochina, Milla 61 de la Tok Cutoff: 760 km. Acumulado: 3.804 km.)


    Alaska es enorme y remota, (aquí un poco de historia), con unas condiciones de vida muy duras en invierno y muuuchos mosquitos en verano, de los que hay que cuidarse día y noche, porque no dan tregua (más de 40 especies).
    Las pocas carreteras que posee, con un número y un nombre para cada una de ellas, y el tren, facilitan la comunicación de una pequeña parte del territorio.
    Así pués, volar es la alternativa para los inumerables rincones a los que no se puede acceder de otra manera. El número de avionetas, hidroaviones, helicópteros y pequeñas pistas, (a menudo un claro en el bosque) en medio de la nada es más que considerable.
    Facilitan y mucho la importante actividad turística de la caza, la pesca y el alpinismo que en verano está en pleno apogeo.
Lago Hood en Anchorage, el mayor aeropuerto de hidroaviones del mundo.


  
    Linda, nos enseña a diferenciar el oso Grizzly del Negro. Huella, silueta y carácter.



   Con las pilas cargadas, la lección aprendida, un spray de pimienta y un sincero abrazo de despedida, tomamos la Glenn y la Parks Hwy hacia el norte. La ubicación de los supermercados y pequeñas tiendas donde hacer acopio de alimentos marcan claramente la estrategia.
Tres cosas con las que te irá mejor en Alaska: Llegar con kilómetros en las piernas, una buena bici y un spray de pimienta para osos (desgraciadamente no sirven para los mosquitos). 

Comida para 10 días. Uf!.
  
   Las dos primeras jornadas vamos esquivando frentes y soportando tráfico.




  
   Las siguientes nos adentran en territorio más remoto, las nubes van dejando hacer a lorenzo (a veces un poco más de la cuenta).
El Denali (Mckinley), en uno de los escasos días en que se deja ver.



A la hora de acampar, toda la comida debe ponerse a buen recaudo, colgada de un árbol o sobre un tejado, alejado del lugar donde tienes instalada la tienda. Los osos, ya se sabe ...


   Y al llegar a Cantwell, nos encontramos con la Denali Hwy abierta: 220 km (25 asfaltados), sin poblaciones, y con el segundo paso más alto del estado (Maclaren Summit, 1.245 m.s.n.m.).
   Allá que nos fuimos y tres días después salimos medio rotos y extasiados de lo salvaje del entorno.

Con esta Carta de Presentación nos recibe la Denali Hwy. 


Río Nenana. 



Desayuno en la Denali. 








No se me flipen que la elevación esá en pies ...



Buscando donde apoyar las bicis a la hora del bocata. 

En el Lago Tangla pasamos la última noche en esta carretera.

Y apareció el asfalto y con ello la comodidad.
   


   Y en la Milla 61 de la Tok Cutoff, Jay, que regenta Midway Services, nos contó que la zona que estamos atravesando es de migración. Los Alces van hacia el sur y los ciervos hacia el norte, y en medio los osos hambrientos van detrás de las crías. Este año de desajustes meteorológicos, el invierno y la primavera han sido un poco más largos de lo habitual, por lo que nos desaconsejó acampar, ofreciendonos cobijo en una autobús escolar de esos amarillos que aparecen en tantas pelis, que tiene acondicionado a modo de autocaravana. Así que desde aquí estamos escribiendo esta entrada.
    Mañana salimos hacia Tok, última oportunidad en Alaska para avituallarnos y dirigirnos a Dawson City, en el Klondike, ya en Canadá. Pero de ese toro hablaremos cuando lo hayamos toreado.
   Con la esperanza de que las fotos puedan transmitirles aunque sea un poquito la sensación de lo salvaje y recóndita que esta tierra, decimos hasta pronto gente.

Volar a EEUU ...


   Volar a EEUU es un coñazo.

    Es un coñazo porque exigen la ESTA. Una Autoriación de Viaje que únicamente puede solicitarse vía Internet y cuesta 14$. De esta manera se aseguran que posees una tarjeta bancaria.

    Es un coñazo porque exigen un billete de vuelta o continuación que te saque del país en el caso de que seas rechazado en Inmigración. Sí, eso que tantas veces hemos visto en las "pelis" y que ahora nos tocaría vivir en primera persona. Esto te obliga a adquirir un billete reembolsable, y aunque recuperas tu dinero si no lo usas porque todo ha ido bien, suelen costar una pasta, que tienes que adelantar de tu presupuesto, y créeme, no te hace ni pizca de gracia.

    Y es un coñazo porque las Compañías Aéreas se vuelven intransigentes en situaciones en las que de otra manera se muestran más comprensibles. Nadie quiere problemas con los Yankees.

    A todo esto hay que añadir, que somos Ciudadanos Europeos, y que no tenemos ni la mitad de trabas que tienen Ciudadanos de otros Países.
   Y ya en el Aeropuerto de Frankfurt y con los dedos cruzados nos acercarnos a la zona de facturación de Condor Air, la compañía con la que volamos. El coordinador en cuanto vió a una pareja con moreno ciclista y cara de despistados, empujando un carro con dos cajas enormes y unos cuantos bultos más, amablemente nos dirigió a un mostrador aparte, salvándonos de la cola que era significativa.

    Comprobación de Pasaportes, OK.
    Billetes de ida, OK.
    Billete de continuación (lo habíamos gestionado con Canada Air desde Anchorage a Vancouver), OK.
    ESTA, OK.
 
                                

   ... Y todo fue como la seda. En 5 minutos estábamos empujando nuestro carrito con el equipaje de mano, en busca de un café que marcaría el inicio de la espera hasta ser llamados para embarcar.



   10 horas de vuelo más tarde aterrizamos en Anchorage. Al Control de Inmigración se accede por dos filas que separan ciudadanos estadounidenses de los que no lo son. El Oficial que nos atiende, de claros rasgos hispanos, lleva una chapita colgada en el bolsillo de su camisa en la que reza su apellido, VALDIVIA. En cuanto tiene nuestros pasaportes en sus manos nos atiende en castellano. Medio charlamos, medio bromeamos. Toma de huellas y foto, y nos brinda con un Bienvenido a los EEUU, deseándonos suerte en nuestro viaje.
 

  

   Mike el Oficial del Control de Seguridad, un tipo muy amable, al ver las bicis con síntomas de haber rodado, nos informa que por garantía sanitaria hay que lavarlas, y le echo una en la manipulación. Agradece el gesto y se despide de nosotros con un apretón de manos y otro Bienvenido a los EEUU. Suerte!.

    De vuelta a la sala, Se le acerca una compañera y bromea con él acerca de la limpieza de las bicis. En su chapita reza: FERNANDEZ. Vaya!, llevas apellido español. Nos sonríe, nos da la mano con un Bienvenido a los EEUU y nos abre paso en medio del gentío hasta la salida.
   ¿Es o no es ésta manera de entrar por la puerta grande?.

    Y entonces nos encontramos con Linda, nuestra Warm, que hizo hueco en su coche para las bicis empaquetadas, el equipaje de mano, y dos españoles somnolientos que entre esperas, vuelo y controles, llevaban 35 horas sin dormir, amén del desfase horario. Y en su casa nos quedamos una semana, recuperándonos, armando las bicis, visitando la ciudad, ultimando algunas compras, riendo y esperando a que abrieran la Denali Highway, que este año está hasta arriba de nieve, y cada vez que intentan abrirla, les llega otro frente.
   Así que desde Anchorage en Alaska, The last frontier, un beso americano para tod@s!.

domingo, 2 de junio de 2013

Alemania

(Karlsruhe, Heidelberg, Darmstad, Frankfurt: 236 km. Acumulado 3.044 km.)



    Y a través de un puente sobre el Rhin, entramos en Alemania un lunes gris fechado en el 20 de mayo. Giramos hacia el norte y rodamos a su lado toda la jornada.

El Rhin.


   La meteo resultó ser la misma salvo por el viento, que fue importante en intensidad y porque esta vez nos sonrió, colocándose a nuestra espalda, ayudándonos a hacer camino.

   Nuestra presencia aquí obedecía a la necesidad de tomar nuestro avión en Frankfurt. 8 días, 3 localidades y 5 Anfitriones de Warmshowers nos ofrecieron un rinconcito en el que descansar, permitiéndonos conocer un poco más de cerca la hospitalidad germana.
  
   En Karlsruhe, Peter, que hablaba castellano con un gracioso acento mejicano por haber pasado allí algún tiempo, nos ayudó a diseñar el que será nuestro itinerario cuando lleguemos allí, a finales de este año. Suerte en tu próximo viaje!.

Hospitalidad germana.


Mágico México.


   En la bonita ciudad de Heidelberg, Claudia nos recomendó que ver en el Casco Antiguo.


Sobriedad germana.




   En Darmstadt, Kristin nos recibió con una sonrisa y sopa de lentejas. Con Sascha charlamos de como arreglar el mundo. Cristoph nos ayudó de manera inestimable con los preparativos: Las cajas para las bicis, horarios, herramientas... y nos acercó con nuestra mudanza a la estación de autobuses, el día que volamos.

   Lo dicho, hospitalidad al más puro estilo germano: Directa, práctica y eficiente. Danke chicos!.

Tierra de vinos al norte de Heidelberg.



Mmmm ...



Alemania, un país donde se toman en serio la señalización.

Estacionamiento bajo cubierto para las bicis, en la Estación de Trenes.


   Y al Aeropuerto llegamos con los dedos cruzados ..., pero el por qué queda para la próxima entrada.

Bicicletas en las que se desplazan por el vestíbulo lo trabajadores del Aeropuerto de Frankfurt.

  

   Y cargando nuestro equipaje a través de un pasillo, al que hemos accedido por una puerta llamada Europa y nos dirige a otra que lleva por nombre América, enviamos un abrazo muy grande a tod@s!