Volar a EEUU es un coñazo.
Es un coñazo porque exigen la ESTA.
Una Autoriación de Viaje que únicamente puede solicitarse vía
Internet y cuesta 14$. De esta manera se aseguran que posees una
tarjeta bancaria.
Es un coñazo porque exigen un
billete de vuelta o continuación que te saque del país en el caso
de que seas rechazado en Inmigración. Sí, eso que tantas veces
hemos visto en las "pelis" y que ahora nos tocaría vivir
en primera persona. Esto te obliga a adquirir un billete
reembolsable, y aunque recuperas tu dinero si no lo usas porque todo
ha ido bien, suelen costar una pasta, que tienes que adelantar de tu
presupuesto, y créeme, no te hace ni pizca de gracia.
Y es un coñazo porque las Compañías
Aéreas se vuelven intransigentes en situaciones en las que de otra
manera se muestran más comprensibles. Nadie quiere problemas con los Yankees.
A todo esto hay que añadir, que
somos Ciudadanos Europeos, y que no tenemos ni la mitad de trabas que
tienen Ciudadanos de otros Países.
Y ya en el Aeropuerto de Frankfurt y con los dedos cruzados nos
acercarnos a la zona de facturación de Condor Air, la compañía con
la que volamos. El coordinador en cuanto vió a una pareja con moreno
ciclista y cara de despistados, empujando un carro con dos cajas
enormes y unos cuantos bultos más, amablemente nos dirigió a un
mostrador aparte, salvándonos de la cola que era significativa.
Comprobación de Pasaportes, OK.
Billetes de ida, OK.
Billete de continuación (lo
habíamos gestionado con Canada Air desde Anchorage a Vancouver), OK.
ESTA, OK.
10 horas de vuelo más tarde
aterrizamos en Anchorage. Al Control de Inmigración se accede por
dos filas que separan ciudadanos estadounidenses de los que no lo
son. El Oficial que nos atiende, de claros rasgos hispanos, lleva una
chapita colgada en el bolsillo de su camisa en la que reza su
apellido, VALDIVIA. En cuanto tiene nuestros pasaportes en sus manos
nos atiende en castellano. Medio charlamos, medio bromeamos. Toma de huellas y foto, y nos
brinda con un Bienvenido a los EEUU, deseándonos suerte en nuestro
viaje.
Mike el Oficial del Control de Seguridad, un tipo muy amable, al ver las bicis con síntomas de haber rodado, nos informa que por garantía sanitaria hay que lavarlas, y le echo una en la manipulación. Agradece el gesto y se despide de nosotros con un apretón de manos y otro Bienvenido a los EEUU. Suerte!.
De vuelta a la sala, Se le acerca
una compañera y bromea con él acerca de la limpieza de las bicis.
En su chapita reza: FERNANDEZ. Vaya!, llevas apellido español. Nos
sonríe, nos da la mano con un Bienvenido a los EEUU y nos abre paso
en medio del gentío hasta la salida.
¿Es o no es ésta manera de entrar por la puerta
grande?.
Y entonces nos encontramos con
Linda, nuestra Warm, que hizo hueco en su coche para las bicis
empaquetadas, el equipaje de mano, y dos españoles somnolientos que
entre esperas, vuelo y controles, llevaban 35 horas sin dormir, amén
del desfase horario. Y en su casa nos quedamos una semana, recuperándonos, armando las bicis, visitando la ciudad, ultimando algunas compras, riendo y esperando a que abrieran la Denali Highway, que este año está hasta arriba de nieve, y cada vez que intentan abrirla, les llega otro frente.
Así que desde Anchorage en Alaska, The last frontier, un beso americano para tod@s!.
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