Después
de un merecido descanso tras el palizón que significó la Ruta de las Lagunas en
Bolivia, salimos del oasis que supone San Pedro de Atacama. Porque eso es justo
lo que es, un asentamiento que nació para amortiguar distancias, vasto desierto
y la necesidad que siempre tuvo el ser humano de averiguar lo que escondía esa montaña
sin hollar, esa montaña que podía considerarse presa por el simple hecho de
estar al alcance de la vista.
Esta vez nos subimos a un jeep, para en algo menos de una hora, salvar el
escalón de 2500 metros de desnivel que nos devolvería al altiplano, al que fue
nuestro hogar los últimos dos meses y medio. Volvimos a saber del viento
endemoniado, de noches bajo cero, de la quietud latente que hace que la vida se
ralentice y casi pase de puntillas …
Volver a vivir por encima de los 4000 metros, trajo algún dolor leve de
cabeza y alguna noche en la que se descansó a medias, nada que no se
solucionase mascando algunas hojas de coca, y es que el soroche no tiene amigos.
Con
sus 4300 m.s.n.m., Jama fue el paso elegido
para pasar a Argentina, y la Ruta 40 para rodarla. Ruta mítica, trazada bien próxima a la Cordillera, que recorre el
país de norte a sur.
Un
calor, sofocante en horas centrales, entra en juego cuando alcanzamos Cafayate,
tierra de vinos.
Algo más al sur decidimos subirnos a un bus para acercarnos a
la Patagonia, saltándonos de un plumazo la parte más aburrida, y dándonos tiempo
para rodar con tranquilidad la zona de los Lagos. Pero de esto hablaremos en la
próxima entrada.
Las fotos serán, como ocurre siempre, mejores narradoras que un
servidor.
Un abrazo grande a todos!
Ruta 40 ...
Sey, asentamiento precolombino.
Las mañanas son frías, las tardes ventosas (muy) ...
Viaducto de la Polvorilla.
Mina Concordia.
Tren de las Nubes ...
Último 4000 de este viaje ...
Ruta 51 ...
Castigándonos ...
Quebrada del Toro ...
Quebrada de las Conchas ...
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